Thursday, December 02, 2010

Cartas no correspondidas I

Lo único que nos queda es el silencio.
Para mí, es el ruido blanco de noche, que me persigue también de día... a donde quiera que vaya. Para vos, es la tranquilidad que te deja dormir de noche, porque pensás que ahora estás en libertad, pensás que estás en el camino hacia la Paz. "¡Acá estoy!", me grita el Silencio, la Nada, "y no te dejaré olvidar". Mientras tu memoria, rápidamente, comienza a fallar. "¡Acá estoy!", te ruego en silencio, "y jamás te podré olvidar". (No te quiero olvidar...)
Pero ya me voy, de la mano del tiempo.
Porque sé que, por más que ruegue, ya nada hay para mí en vos. Nada mío hay en vos. (Y tal vez nunca hubo...) Y sé también que, aunque quiera y aunque esté llena de cosas para darte, ya no puedo. No puedo porque vos no querés; aunque me digas que sí, yo sé que no. No puedo porque ya no soy libre con vos. (Si es que alguna vez lo fui.) Porque a cada segundo incrementa mi miedo. Sí, ese, lo conocés bien. Ese que no supiste manejar, ni tolerar. Ese que aún no aprendo a controlar. Incrementa porque la historia se repite y ya conozco el final. Tú final. Un final que creí que vos no conocerías tan bien. El final de los malos artistas que tienen prisa por exponer su obra. El final fácil, mediocre, irresponsable. El final de esas personas que se quejan de la gente que se queja. Se enojan porque el otro se enoja. Gritan para que no les griten. Se contagian tan fácilmente de eso que quieren dejar de presenciar... Y entonces es más fácil dejar de verlo.
Esa ilusa que hay en mí. Que creyó que podía mostrarte hasta su más oscuro rincón sin asustarte, y contagiarte. Que ahora lo entiende, y le resulta un poquito menos difícil dejarte. Que aprendió a no creer más. A no volver a ponerse un moño y regalarse si no hay unas manos que la reciban. Sólo agua inestable. Que termina pudriendo el envoltorio y ahogando todo rastro de vida. Pero, claro, ¿cómo culpar al agua? Es tan sólo un elemento. Alguien ha de usarlo. Y si no hay nadie más que el agua y yo, seré yo misma quien me causa todo esto. Así es que está en mí, y sólo en mí, escribir el final. Por eso intentaré cada día escribir uno distinto, hasta encontrar el correcto.
Si hoy tuviera que escribirlo, te diría adios para siempre. Porque mi esencia ama tu esencia; y, aunque el tiempo nos cambie, nunca voy a dejar de amarte.

1 verdades:

Mako said...

Es muy raro; hace un par de días no podía más y escribí algo con este espíritu.
Amar es un riesgo que siempre hay que aceptar, es darle a la otra persona un mapa detallado de tu corazón y todos tus puntos débiles, regalarle un hacha y esperar (pero no siempre pedir) que no la use en tu contra.
Las personas cuando llegan a un etapa en la que han vivido mucho, en mayor o menor tiempo, llevan una cáscara. A veces es apenas un velo, otras parece una corteza de roble, llena de grietas, cuchilladas y corazones tallados y tachados.
Pero nunca hay que dejar de amar.
"[...]aunque el tiempo nos cambie, nunca voy a dejar de amarte."
En este momento, resonamos.

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