Tuesday, July 19, 2011

Página 13.

"En este período fui teniendo conciencia cada vez más clara de que la enfermedad de este hombre no dependía de defectos de su naturaleza, sino, por el contrario, únicamente de la gran abundancia de sus dotes y facultades disarmónicas. Pude comprobar que Haller era un genio del sufrimiento, que él, en el sentido de muchos aforismos de Nietzsche, se había forjado dentro de sí una capacidad de sufrimiento ilimitada, genial, terrible.

Al mismo tiempo comprendí que la base de su pesimismo no era desprecio por el mundo, sino desprecio de sí mismo, pues si bien hablaba de instituciones y personas sin miramientos y con un sentido demoledor, nunca se excluía a sí, siempre era el primero contra quien dirigía sus flechas, él mismo el primero a quien odiaba y negaba...
(...) Por lo que se refería a los demás, a cuantos lo rodeaban, no dejaba de hacer constantemente los intentos más heróicos y serios para quererlos, para hacerles justicia, para no causarles daño, pues el 'ama a tu prójimo' lo tenía tan hondamente inculcado como el odio a sí mismo. Y de este modo, fue toda su vida una prueba de que sin amor a la propia persona es también imposible el amor al prójimo, de que el odio de uno mismo es exactamente igual, y a fin de cuentas produce el mismo horrible aislamiento y la misma desesperación, que el egoísmo más rabioso."


El Lobo Estepario, Hermann Hesse.

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