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Me acabo de dar cuenta que nos juzgamos demasiado.
Estamos atentos a las razones del otro; SIEMPRE tenemos que medir si está "bien o mal", y decirlo.
Es como una necesidad de definir al otro para definirnos, pero ¿para qué?

A mí me gustaría pisar un charco y sentir el frío en mis dedos, y no ser cuestionada.
O ver a un amigo vestido un día con pollera y dos colitas y abrazarlo tal cual es, sin molde para galletitas.

Quiero liberarme de todo hilo del pasado y volar como un barrilete suelto en el Cielo.


Ser, sin tratar de comprender.

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(abstracciónmetafóricamentehipotética)

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