Soy como una pelotita de esas chiquititas saltarinas, que caaaaaaae hasta el fondo del pozo más profundo y oscuro, rebota, y vueeeeeeelve a subir hasta la superficie, donde un rayo de Sol acaricia mi frente. Para volver a caer.
Y si no hay nadie que me ataje en la mitad y me guarde en su bolsillo calentito, o que me haga rebotar nuevamente, el impulso va disminuyendo, y ya no llego a la superficie.
El movimiento cesa. Sólo veo silencio.
Me acurruco en un rincón sucio y mojado. Olvidada.
Y una sensación se apodera de mí; como un líquido frío y metálico que se mezcla con mi sangre y recorre mi pecho, garganta y brazos... quitándome el aliento, y con el aliento las fuerzas.
Pero díganle al niño que no se preocupe, que ya le regalarán otra pelotita nueva.
Saturday, May 01, 2010
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2 verdades:
¿Pero qué pasa con la pelotita vieja entonces?
Eso está por verse.
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